jueves, 18 de octubre de 2012

A de amor…


A de amor…
Joaquín Martínez Miramontes
Hoy les pedí a los niños de primer grado me sugirieran un libro para leer, cada uno de los pequeños corrió a la biblioteca del aula “Amigos por siempre”, Santiago regresó con el libro Ser quinto, David con La rana, Luis Eduardo con ¿Hay algo más grande que una ballena azul?, Arturo con Papá ha dejado de fumar, Oswaldo con Los cuentos de Andersen, e Isidra con El árbol generoso, al mismo tiempo que me daban los libros, escuché en las lomas que están enfrente de la escuela el inconfundible claxon del microbús que anunció sonoramente el fin de la jornada escolar, me apresuré a meter los libros a mi portafolios, al mismo tiempo que despedía a los niños.
En el camión de pasaje, me senté como siempre al lado de la maestra Rosa María, le comencé a mostrar los libros que los niños me habían sugerido, entonces, ella me mostró uno que traía y me proponía para realizar mi escrito, pero mejor aún, se ofreció a leérmelo, y comenzó con el título: El león que no sabía escribir…  Su lectura, con la emoción de quién quiere contagiar el amor por esta actividad se dejó escuchar, bajo el constante vibrar de las ventanas y la más reciente adquisición musical de conductor del microbús. Al final recordé este libro, como uno de los favoritos de Luis Eduardo, esto vino a mi memoria en la última página de la historia, donde, con unas letras blancas y grandotas en el centro de la hoja, finaliza con un A de Amor Doña Marina, la mamá de Luis Eduardo, en una reunión de las madres de familia, donde les hacía énfasis  que les enseñaran las letras a sus hijos a partir de un referente, me dijo: La “A” ya no es la de avión maestro, Luis dice que la A es de amor… al mismo tiempo que mostró la página y el libro que ese fin de semana había leído a su hijo.
 El león que no sabía escribir del autor alemán Martin Baltscheit, es un libro que pertenece al género literario, de la colección al  sol solito, en donde de forma ingeniosa narra la historia de un león que no sabe leer y ni falta le hace, pues es el rey de la selva, claro que todo cambia, cuando aparece una leona culta de la que se enamora, entonces, de favor pide a varios animales que le escriban una carta en donde exprese sus sentimientos, pero se da cuenta, que esto no es posible, porque nadie puede expresar lo que sentimos. Cansado de que ninguno diga sus sentimientos, ¡comienza a rugir todo lo que él escribiría, si pudiera hacerlo! sin notar que la leona lo escucha. Ella cariñosamente lo empuja con su nariz a la sombra de un árbol en donde empieza la primera lección con  la letra A de Amor…
El león que no sabía escribir, brillante creación que de forma ingeniosa problematiza la necesidad de saber escribir para cumplir una de las funciones sociales de la escritura: expresar nuestros sentimientos.

 

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