A de amor…
Joaquín Martínez
Miramontes
En
el camión de pasaje, me senté como siempre al lado de la maestra Rosa María, le
comencé a mostrar los libros que los niños me habían sugerido, entonces, ella
me mostró uno que traía y me proponía para realizar mi escrito, pero mejor aún,
se ofreció a leérmelo, y comenzó con el título: El león que no sabía escribir… Su lectura, con la emoción de quién quiere
contagiar el amor por esta actividad se dejó escuchar, bajo el constante vibrar
de las ventanas y la más reciente adquisición musical de conductor del
microbús. Al final recordé este libro, como uno de los favoritos de Luis
Eduardo, esto vino a mi memoria en la última página de la historia, donde, con
unas letras blancas y grandotas en el centro de la hoja, finaliza con un A de Amor… Doña Marina, la mamá de Luis Eduardo, en una
reunión de las madres de familia, donde les hacía énfasis que les enseñaran las letras a sus hijos a
partir de un referente, me dijo: La “A”
ya no es la de avión maestro, Luis dice que la A es de amor… al mismo
tiempo que mostró la página y el libro que ese fin de semana había leído a su
hijo.
El
león que no sabía escribir del autor alemán Martin Baltscheit, es un libro que pertenece al género literario,
de la colección al sol
solito, en donde de forma ingeniosa narra la historia de un león que no
sabe leer y ni falta le hace, pues es el rey de la selva, claro que todo cambia,
cuando aparece una leona culta de la que se enamora, entonces, de favor pide a
varios animales que le escriban una carta en donde exprese sus sentimientos,
pero se da cuenta, que esto no es posible, porque nadie puede expresar lo que
sentimos. Cansado de que ninguno diga sus sentimientos,
¡comienza
a rugir todo lo que él escribiría, si pudiera hacerlo! sin notar que la leona
lo escucha. Ella cariñosamente lo empuja con su nariz a la sombra de un árbol
en donde empieza la primera lección con la letra A de Amor…
El
león que no sabía escribir, brillante creación que de
forma ingeniosa problematiza la necesidad de saber escribir para cumplir una de
las funciones sociales de la escritura: expresar nuestros sentimientos.
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