jueves, 18 de octubre de 2012

Conquistador de sueños…

Éste que ves aquí, de rostro sonriente, salpicado de lunares, de cabello negro y corto, de  frente amplia y plana en donde el paso del tiempo comienza a dejar la huella de su paso. Tiene memorias inolvidables de su infancia, tanto que aún tiene impregnado el olor de cempasúchil, de cuando cortaba y vendía flores, bajo la sombra de los tamarindos con olor a flores de rosa de muerto, copal y pan durante los días de muertos, juntando tal cantidad de esta que formaba murallas aterciopeladas mágicas, que aunque él se esforzara, estas permanecían igual. La desesperación le hacían querer regalarla toda tan solo para ir a su casa a descansar.
Este que veis aquí de ojos grandes achocolatados, con parpados caídos, de nariz carnosa y abundante se inscribió  en una escuela pública que tenía el programa de enseñanza del idioma Inglés como segunda lengua, sabía que no debía estar allí, no era correcto. Tenía veinticinco años y la edad máxima en la que legalmente se podía estar inscrito era hasta los veintiuno.  Al mismo tiempo, vivía una vida de desfachatez en situaciones fuera de la ley.
Este que veis aquí, con gran  ausencia de barba y bigote, con  boca de labios suaves y  delgados, con una sonrisa a punto de brotar siempre, escribió una carta a un amigo en donde después de la visita en la que juntos comparten algunos tragos, al irse a dormir  él se siente amenazado, mezcla fantasía y realidad, escucha voces que confabulaban en su contra. Sale corriendo, piensa que lo persiguen, supone, que su amigo lo siguió y cuido desde lejos. Le pide perdón por las inconveniencias causadas.
Este que veis aquí, con unos dientes superiores grandes, mientras que los inferiores delgados y empujándose unos a otros para ganar espacio, confiesa que esconde a un ogro malhumorado y perverso que vive dentro de él.
 
Este que veis aquí, escaso de cuerpo, de tronco predominante; de piel morena clara, algunas ocasiones escribe en su diario, que se despierta sin querer sin querer a las cinco de la mañana, intenta seguir durmiendo, como siempre acostumbra hacerlo, sin lograrlo. Decide  levantarse e ir a caminar. Llega a una cancha donde empieza a observar que el sol comienza a asomarse, irradiando gran alegría. Observa como su sombra poco a poco va apareciendo, primero la cabeza muy alargada, la cual se diluye hasta terminar en sombra total que se confunde con parte de la naturaleza. Unas vueltas más y su sombra crece, hasta convertirse en la sombra del hombre más alto del mundo.
Este que veis aquí, de espalda caída, con piernas que delatan que nunca ha sido practicante de ningún deporte,  vivió engañado por una voz interna que creía que le decía que no sabía escribir, tal vez  era la voz de su musa  que le hablaba pero él no entendía su lenguaje. 
Este que veis aquí, es el rostro de la perseverancia, fue campesino durante su infancia y adolescencia, donde aprendió el valor del trabajo de aquellos que labran la tierra de sol a sol, vivió y trabajó en el vecino país del norte, donde aprendió que sus sueños están junto a los seres que ama, regresó  e inició su formación profesional como profesor de educación primaria, trabajó en la sierra de Guerrero, le han dicho varias veces que no a sus sueños, y siempre regresa, hasta lograr abrir las puertas para demostrar lo contrario,
Este que veis aquí,  conoce que la escritura de textos biográficos, son el tipo de texto ideal para los noveles escritores por que facilitan el violar a la temible hoja blanca.
Este que veis aquí, se llama Joaquín Martínez y aún va por ahí, en conquista de sus sueños.

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